En España el 99,98% de las empresas son pymes y crean el 74% del empleo del país, lo que sitúa a la economía española como una de las más dependientes de las pymes de toda Europa.
Solo Malta, Letonia, Estonia y Bulgaria tienen más empleo en pequeñas y medianas empresas, es decir, aquellas que cuentan con menos de 250 trabajadores. Además, en España las pymes suponen el 63% del valor añadido bruto.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la mayoría de los países, las diferencias de productividad laboral entre las pymes y las grandes empresas es relativamente alto, sobre todo en los sectores de manufacturas y servicios. Es decir, que tamaño y productividad van de la mano o están relacionadas; aunque no por ello las empresas más grandes son más productivas. De hecho, según un estudio publicado por el Banco de España, la productividad es quien hace crecer a las empresas y no al contrario.
Así pues, aunque la iniciativa y la actividad individual son básicos para la economía, sin embargo el minifundismo en el sector empresarial también atomiza la inversión y el empleo, señala la OCDE.
Desde el propio Ministerio de Economía se aboga por fomentar el crecimiento de las empresas españolas, a base de regulaciones laborales, administrativas, de financiación, de internacionalización, etc. De hecho, el Ministerio ha señalado más de 130 regulaciones que están vinculadas al tamaño de las empresas. Incluso, ha llegado a calcular que si nuestra estructura productiva fuese como la del conjunto de la Unión Europea, en relación al tamaño de las empresas, el PIB se incrementaría un 3,35%.
Pero según los expertos, más que centrarse en el tamaño de las empresas, tanto las políticas como los esfuerzos deberían hacerlo directamente sobre la productividad, ya que así las empresas crecerían automáticamente. Según el autor del estudio del Banco de España, Moral-Benito, “el crecimiento de la productividad provoca crecimiento de las empresas, pero el crecimiento de las empresas no causa el crecimiento de la productividad”; por lo que hay que centrarse no tanto en el tamaño de las empresas como en su productividad, ya que un crecimiento artificial no genera ganancias de productividad y tampoco resuelve el problema de las empresas que no han crecido. “Las empresas de alto crecimiento no parecen experimentar ganancias de productividad después de crecer”, lo que significa, según el autor, que la ganancia de productividad es una condición al crecimiento y no una consecuencia. “Primero ganan productividad y después crecen, y no al revés”. Según Moral-Benito, la solución está, más bien, en la dirección empresarial, en la inversión en I+D y en la formación de los trabajadores.