Compartimos con vosotros el artículo de opinión 'Darwin en la mediación' de nuestro presidente, Francisco Rodríguez Querol, publicado en la revista ADN del Seguro:
En la reciente presentación del III Estudio sobre el empleo en el sector de la mediación, elaborado anualmente por AEMES en base a la experiencia directa de los propios mediadores a nivel nacional, tuvimos ocasión de extraer un amplio abanico de conclusiones, la mayoría positivas. Indudablemente, y en primerísima posición, la confirmación de la extraordinaria estabilidad laboral que genera nuestro sector. Los datos en empleabilidad, salarios, o satisfacción personal, entre muchos otros, son objetivamente positivos.
Así es, la mediación goza de una salud de hierro no ya sólo dentro del sector asegurador, sino en el marco de la economía general. Una salud forjada gracias al esfuerzo y dedicación de las compañías y profesionales que trabajan a destajo cada día y cuyo listón de la buena praxis cada vez es más alto.
Sin embargo, el hecho de contar con tan trabajada bonanza no debe nublar el juicio de nuestra irrenunciable exigencia. Recuerdo que el papa Benedicto XVI siempre decía que los enemigos de la Iglesia están dentro de la propia Iglesia. Creo que, salvando las evidentes distancias, en el sector de la mediación puede ocurrir algo parecido. Nuestro buen ritmo tiene como mayor amenaza que seamos nosotros mismos nuestro peor enemigo. Que no creamos en lo que hacemos, que permitamos mercadeos intolerables, que olvidemos que nuestro valor añadido es, en definitiva, nuestra alta profesionalización.
La mediación, para entendernos, va bien en términos generales; pero existen ciertas prácticas que no debemos permitir porque, en este sector tan hilvanado, nos afectan a todos.
De ahí la importancia de proyectos como nuestra propia AEMES, cuyo papel como Patronal trasciende lo meramente mercantil para alcanzar niveles de relevancia social, laboral y profesional. Es importante que frente a los que engañan y traicionan a la profesional, los que creemos en la figura del mediador cerremos filas y trabajemos para fomentar su desarrollo y apostar por su continua bonanza y crecimiento.
Tenemos mucha responsabilidad en ese sentido; no creo que los grandes proyectos recaigan en sólo una parte de los interesados. Todo lo contrario. Es trabajo de todos, tanto de las compañías y mediadores como de las asociaciones, exigir siempre una excelencia profesional y una higiene deontológica que sirva incluso de distintivo natural de nuestra profesión. Que se convierta, en otras palabras, en nuestro ADN. Es por ello necesario establecer unos patrones básicos de buena praxis y no negociar su cumplimiento.
Vivimos en tiempos de cambio. No me referiré a la tan manoseada crisis económica de la que, por cierto, el seguro y la mediación han salido con pulso firme. Me refiero al nuevo panorama al que se enfrentan los profesionales del sector. Mientras los jóvenes son exigidos en tener una formación y unos conocimientos más completos y útiles que nunca, los más veteranos, por su parte, deben reinventarse para seguir siendo competitivos en un mercado que no admite prórrogas. O respondes o estás fuera. La fotografía es sumamente nítida y exigente, y son en estos tiempos de ‘selección natural’, acordándonos ahora de Darwin, donde la tentación de la trampa se presenta como una suculenta manzana de Eva. Pero también es cierto que, precisamente, es ahora cuando nuestra reafirmación con el compromiso de los valores éticos de la mediación debe ser innegociable.
Estamos convencidos de que el sector, las asociaciones, las compañías, los trabajadores y los mediadores sabrán, sabremos, estar, como siempre, a la altura; y que los resultados del IV Estudio serán incluso mejores que los publicados este año.