A veces en la vida, en todas sus facetas, damos por hecho circunstancias y situaciones que en realidad están establecidas por no realizar un análisis más profundo de las causas de lo que nos preocupa. Es, quizás, una de las consecuencias de estos tiempos presurosos y extremos que nos ha tocado vivir, donde la necesidad de cambio y adaptación es más que una evolución natural, una revolución artificial.
Se me ocurre, por ejemplo, el muy extendido mantra de que el profesional del seguro (especialmente la figura del mediador) es un animal de hábitos estancos, poco amigo de los avances. Y yo me pregunto: ¿y por qué? Lógicamente, todo pensamiento generalmente establecido tiene una base que la argumenta, pero me cuesta mucho creer que, ciertamente, exista esa miopía profesional. Es una realidad el hecho de que el mediador se está renovando y actualizando, añadiendo a sus herramientas diarias nuevas y provechosas novedades profesionales. Tiene su peligro, desde luego, pues mientras a los jóvenes se les exige contar con una formación y unos conocimientos más completos y útiles que nunca, los más veteranos, por su parte, deben reinventarse para continuar siendo competitivos en un mercado que no admite prórrogas. O respondes o estás fuera.
Los cambios tecnológicos nos presentan un nuevo panorama que puede acongojar. Son tiempos convulsos, desde luego, en los que los avances en tecnología y legislación se entrelazan creando un escenario nuevo para todos, pero la posibilidad de crecimiento es demasiado grande como para descartarla. El sector de la mediación ha demostrado solvencia y profesionalidad, incluso supervivencia con soltura, en plena crisis económica. Nuestro pulso se ha mantenido firme a pesar de todo y nos hemos erigido como auténticos referentes de fortaleza.
Por eso, si hemos sido capaces de alzarnos vencedores ante semejante huracán, creo que es hora de superar prejuicios sin fundamento real y apostar por nuestra contrastada capacidad de adaptación. La mediación se adaptará, una vez más, a los nuevos cambios, y no sólo eso: será capaz, sin lugar a dudas, de sacar provecho de las nuevas oportunidades tecnológicas.
Y ahora es cuando yo me pregunto: ¿y por qué no?
Francisco Rodríguez Querol
Presidente de AEMES
Artículo publicado originalmente en la Revista Aseguradores del Consejo General de Colegios de Mediadores de Seguros (nº 480 mayo-junio-julio 2017)
